Giro en Venezuela en la era de Trump

Gerardo Arreola
4 min read4 days ago

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De los primeros movimientos de Donald Trump en América Latina, quizás el más influyente en la región sea el trato con Venezuela.

Quien habló con Nicolás Maduro no fue el secretario de Estado, Marco Rubio, ni el enviado para América Latina, Mauricio Claver-Carone, sino Richard Grenell, un enviado para misiones especiales o para “los lugares más conflictivos”, como Venezuela y Corea del Norte, según dijo Trump.

Grenell regresó de Caracas con seis estadunidenses, excarcelados en horas, y el compromiso de que el país recibirá migrantes deportados

Nicolás Maduro recibe en el Palacio de Miraflores a Richard Grenell, enviado especial de Trump, el 31 de enero de 2025. Foto Ap

En la versión de Maduro, la visita fue un reconocimiento de su régimen, impugnado por la oposición, observadores electorales y decenas de gobiernos por falta de resultados de los comicios presidenciales de julio de 2024.

Rubio desestimó tal reconocimiento y, en cambio, lanzó la amenaza de que Estados Unidos tiene “muchas opciones para infligir un grave daño” a Venezuela.

Más allá de la retórica, parece que la agenda entre los dos países acaba de dar un giro.

El 5 de febrero el Departamento de Seguridad Interna (DHS) ordenó retirar el Estatus de Protección Temporal (TPS) para cerca de 600 mil venezolanos en dos tandas (7 de abril y 10 de septiembre).

Con el TPS, desde 1990 Estados Unidos aloja por 18 meses prorrogables a quienes salen de su país por dificultades extremas. Hasta ahora también hay beneficiarios de más de 10 países, entre ellos El Salvador, Honduras, Nicaragua y Ucrania.

La secretaria de DHS, Kristi Noem, dijo que en Venezuela “hay mejoras notables” como para que “estos ciudadanos regresen de manera segura a su país”.

Pero incluso con condiciones adversas, agregó, la presencia de esos venezolanos es contraria a la seguridad nacional de Estados Unidos, por un “nexo potencial” con una “banda criminal”, una alusión al Tren de Aragua.

La clave petrolera

En su primer gobierno Trump impuso restricciones a Venezuela para la exportación de crudo. Luego, Joe Biden concedió licencias individuales, como la de la estadunidense Chevron.

Por ese alivio, Petróleos de Venezuela (PDVSA) ha elevado sus exportaciones, que en enero llegaron a unos 867 mil barriles diarios, de los cuales 294 mil fueron para Estados Unidos, su segundo cliente después de China, informó Reuters.

El mismo día de su toma de posesión, Trump dijo que no tiene por qué seguir comprando petróleo venezolano. Además, persiste el litigio por Citgo, la refinería de Texas de propiedad venezolana, cuyos bienes están bloqueados por Washington desde 2020 y por la cual Maduro reclama utilidades por unos 5 mil millones de dólares.

Pero el pasado 1 de febrero Trump permitió que la licencia de Chevron se renovara automáticamente por seis meses. Un aumento de la producción del país con mayores reservas del mundo va en la línea de la Casa Blanca de derribar la cotización del crudo.

Un personaje clave para el viaje de Grenell fue el magnate petrolero Harry Sargeant III, según The Miami Herald. Gran donador de los republicanos en Florida, hace años ha procurado negocios con PDVSA y ha conversado con Maduro, según él mismo le contó a Reuters en una entrevista en 2019.

El empresario Harry Sargeant III juega golf con Donald Trump, en imagen sin fecha. Foto Handout/The Miami Herald

Nuevo escenario

El movimiento en el tablero supone, al menos de inmediato, el reconocimiento de Trump de que Maduro en el poder es un interlocutor válido. Los autoritarismos se acercan. La oposición venezolana pierde terreno y decae la polémica sobre la crisis poselectoral y la legitimidad del régimen.

Ese puente le resulta más útil a Maduro que el desastre diplomático que le estalló tras las presidenciales.

Sólo en América Latina, a estas alturas las relaciones de Venezuela están rotas con Paraguay y Perú y congeladas con otros seis países (Argentina, Chile, Costa Rica, Panamá, República Dominicana y Uruguay). Dos de los más cercanos, Colombia y Brasil, son de los gobiernos que reclaman transparencia electoral.

Venezuela arrastra con Paraguay una disputa, mezcla de política y finanzas, por una deuda a PDVSA de unos 400 millones de dólares y se ha visto obligada a una coordinación militar con Colombia, frente al foco de violencia en la frontera común. Al menos hasta hace unas semanas, la sola presencia de Venezuela era conflictiva en la Comunidad de Estados Latinoamericanos (Celac). El gobierno de Maduro ya no es parte de la Organización de Estados Americanos (OEA), pero fue materia de un demoledor informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

A pesar de haber aumentado la venta de petróleo a sus principales mercados, PDVSA la redujo a Cuba. ¿Por qué esta caída, que ha causado estragos en su principal aliado en la región? No hay explicación pública disponible.

Una versión extraoficial dice que, bajo las condiciones en que opera ese suministro, Caracas no libera a tiempo el pago correspondiente a PDVSA. En cualquier caso, es notable la ausencia de visitas venezolanas de alto nivel a la isla en al menos un año.

Todavía falta observar en este escenario qué hará Rusia, un cercano aliado de Venezuela y ahora protagonista de un fluido diálogo con Estados Unidos.

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Gerardo Arreola
Gerardo Arreola

Written by Gerardo Arreola

Periodista mexicano. Autor de ‘Cuba. El futuro a debate’. México, CA, Caribe y temas globales que pasan por este cruce de caminos. Twitter: @GerardoArreola

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