Cuba: sociedad crítica y plural
Los resultados oficiales de la elección del domingo 26 de marzo en Cuba confirman una creciente expresión de crítica y pluralismo en la sociedad, aún dentro de los estrechos límites del sistema.
La tendencia es un agudo contraste con la época de resultados apabullantes, cercanos al cien por ciento, que todavía se registraban hace dos décadas.
Con un solo partido legal, sin debate sobre ningún tema, con un único candidato para cada puesto y, por tanto, con una composición de funcionarios electos ya conocida de antemano, las elecciones todavía tienen un mínimo margen para la decisión individual.
A falta de un contraste de opiniones o proyectos entre los candidatos y con todo resuelto meses antes, el gobierno ha convertido estos ejercicios en virtuales referendos.
La propaganda oficial llama a las urnas expresamente para mostrar la adhesión al sistema político y a la dirigencia.
Antes de la jornada electoral, los candidatos suelen visitar las zonas que van a representar en la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP, parlamento unicameral) para hablar con sus potenciales electores e instarlos al voto. Esta vez ese despliegue fue claramente más intenso.
El “voto unido”
Parte de las reacciones de la dirigencia cubana a la crisis post-soviética, a principios de los años noventa, fue un nuevo modelo electoral.
Entre las variantes adoptadas en 1991, en las listas para la ANPP el ciudadano podía votar por uno, por varios o por todos los candidatos de una circunscripción o no hacerlo por ninguno.
Al aproximarse la primera elección bajo ese nuevo modelo, Fidel Castro llamó la atención sobre eso que parecía una rendija para la discrepancia.
En una reunión con candidatos, el 20 de febrero de 1993, Castro instó a evitar que el ciudadano ejerciera esa mínima capacidad de selección y pidió que el voto fuera por igual para todos los aspirantes.
Consideraba que seleccionar a uno sobre otros era injusto con los no elegidos y puso esta parte del proceso también en la balanza referendaria.
“Encontramos la estrategia correcta al plantear que el voto patriota, el voto revolucionario no debía dividirse, que no debía dispersarse y las consecuencias negativas y las injusticias que podía entrañar la dispersión y la división de ese voto. La necesidad del voto unido era evidente”, dijo entonces.
En las sucesivas elecciones nacionales, el “voto unido” se volvió tan importante o más que la propia jornada comicial. En el discurso oficial, ir a votar y votar “unido” ha sido la expresión del respaldo al sistema.
En sentido contrario, la abstención o la negativa del voto para algún candidato (el “voto selectivo”) son el estrecho pasillo por el cual un ciudadano puede mostrar algún tipo de inconformidad o discrepancia, con el sistema o con los postulados.
Bajo estas reglas, la atención oficial se centra en la proporción de votantes y la dimensión del “voto unido”.
De acuerdo con los resultados finales, la comparación con las elecciones de hace dos décadas muestra que la abstención ha crecido en poco más de diez veces; el “voto unido” se ha reducido en una quinta parte y el “voto selectivo” creció en más de tres veces.
Hasta 2018 las boletas en blanco y los votos anulados mantenían una tendencia estable y poco significativa, pero en 2023 ambos indicadores tuvieron un notable movimiento.
Comparados con los comicios de 2003, esta vez las boletas en blanco se duplicaron y las anuladas aumentaron en más de tres veces.
El “voto unido”, equivalente al apoyo explícito al sistema, llegó a cuatro millones 014 mil 644 votantes (49 por ciento de los electores; 65 por ciento de los votantes).
Quienes desoyeron de alguna forma el llamado oficial (por abstención, voto “selectivo”, blanco o nulo) fueron un poco más: cuatro millones 114 mil 677 (50 por ciento de los electores; 66 por ciento de los votantes).
Siempre según el informe oficial, el candidato más votado en el país fue el médico ginecobstetra de Camagüey Gastón Idel Martínez Pérez, de 59 años, con 97.54 por ciento de votos. El menos votado fue el primer secretario del Partido Comunista de Cuba en esa misma provincia, Federico Hernández Hernández, de 52 años, con 61.52 por ciento de votos.
La provincia con más concurrencia a las urnas fue Ciego de Ávila (86.14 por ciento); la más abstencionista, Holguín (abstención de 27.2). La mayor proporción de “voto unido” fue en Las Tunas (76.20) y la de más “voto selectivo” fue La Habana (31.55)
El grado de participación electoral en Cuba se compara muy favorablemente con el resto de América Latina, pero ya es claro su contraste con la era del casi cien por ciento.
Estas fueron, además, las primeras elecciones nacionales después de las protestas populares que arrancaron en julio de 2021 y que arrojaron más de mil detenidos y cientos de procesados y sentenciados a penas de hasta 30 años de cárcel.
Son diferentes muestras de la crítica y el pluralismo de la sociedad cubana realmente existente.
Este artículo y la tabla fueron actualizados con la información definitiva oficial, publicada el 31 de enero de 2023 en la edición impresa de Granma