Cuba, EU y la larga contienda de espionaje
El caso del exdiplomático estadunidense Víctor Manuel Rocha es una pieza que ayuda a reconstruir, como una radiografía, la intensa contienda de espionaje que han librado Cuba y Estados Unidos por décadas.
Cuba pudo tener información privilegiada de al menos tres fuentes relevantes y simultáneas en Estados Unidos durante el final de la Guerra Fría, la caída del Muro de Berlín y la crisis económica siguiente (periodo especial) en la isla, según los datos del caso Rocha y sus antecedentes.
El Departamento de Justicia dijo en un comunicado que Rocha, ahora de 73 años y de origen colombiano, cometió “múltiples delitos federales” durante cuatro décadas, al cumplir una misión clandestina contra Estados Unidos, como agente encubierto de la Dirección General de Inteligencia de Cuba.
El fiscal general, Derrick B. Garland, dijo que las imputaciones contra Rocha significan “una de las infiltraciones al gobierno de Estados Unidos de más alto nivel y de mayor duración por un agente extranjero”.
Las acusaciones ubican a Rocha como agente cubano en un lapso en el que, según los informes judiciales estadunidenses, La Habana tenía a su servicio a otras dos fuentes de peso en Estados Unidos.
La inteligencia cubana reclutó a la puertorriqueña Ana Belén Montes en los años ochenta, según los informes del juicio correspondiente. De 1985 a 2001 trabajó en el Departamento de Inteligencia de Defensa del Pentágono, donde escaló posiciones hasta ubicarse como analista principal de asuntos cubanos.
Detenida en 2001, fue sentenciada a 25 años de cárcel, pero salió libre con anticipación en enero pasado y se instaló en Puerto Rico.
Walter Kendall Myers hizo carrera en el Departamento de Estado y alcanzó un puesto de analista en la Oficina de Investigación e Inteligencia. Acusado de trabajar para el gobierno cubano durante casi tres décadas, fue detenido en 2009 y condenado a prisión perpetua.
Según los expedientes judiciales, Montes, Myers y Rocha informaban a Cuba y ofrecían a Estados Unidos conclusiones interesadas, favorables a la isla, por lo menos durante las décadas de los ochenta y los noventa.
En ese lapso gobernaron en Estados Unidos tres presidentes, Ronald Reagan, George H.W. Bush (padre) y Bill Clinton (dos periodos) y en Cuba transcurrió casi la mitad del mandato de Fidel Castro.
Myers todavía pudo desempeñarse durante la época de George W. Bush (hijo) y hasta el inicio de la presidencia de Barack Obama, junto con Rocha, que rebasó a todos y fue detenido apenas el pasado viernes 1 de diciembre. Para entonces pasaron además las administraciones de Donald Trump y las de Joe Biden y los relevos de Raúl Castro y Miguel Díaz-Canel en Cuba.
En la trinchera opuesta, para la misma época, sólo se conoce en público hasta ahora el caso del cubano Rolando Sarraff Trujillo, teniente criptógrafo de la Dirección de Inteligencia del Ministerio del Interior, detenido en la isla en 1995 y condenado a 25 años de cárcel por espiar para Estados Unidos.
En su momento, Cuba reconoció el trabajo de Montes. En el juicio, Myers admitió los cargos. Sarraff fue liberado en 2014, al reanudarse las relaciones diplomáticas entre ambos países. La Dirección Nacional de Inteligencia estadunidense describió entonces al cubano como quien delató a Montes y Myers y ayudó a desmantelar en 1998 al grupo de agentes que la isla mantuvo en la Florida (Red Avispa). Cinco de ellos estuvieron presos en Estados Unidos y volvieron libres a Cuba.
Los cargos contra Rocha son por haberse desempeñado como agente de inteligencia de Cuba desde cerca de 1981, con posiciones relevantes en el gobierno de Estados Unidos hasta 2002, que le dieron acceso a información reservada y clasificada y a la posibilidad de afectar la política exterior del país.
Esos puestos fueron: primer secretario en la embajada en México (1989–1991); segundo jefe de misión en República Dominicana (1991–1994); director de Asuntos Interamericanos en el Consejo de Seguridad Nacional, a cargo, entre otros temas, de Cuba (1994–1995); segundo jefe de misión en la Sección de Intereses en Cuba (1995–1997) y en la embajada en Argentina (1997–1999) y embajador en Bolivia (1999–2002).
Al concluir su asignación en Bolivia, Rocha se retiró del Departamento de Estado. Entre 2006 y 2012 fue asesor del jefe del Comando Sur, el mando militar conjunto para una zona del hemisferio que incluye a la isla. Después ha trabajado en el sector privado como asesor comercial y para un despacho de abogados, donde siempre mantuvo su relación con Cuba, según la acusación.
La fiscalía dijo que Rocha reveló su misión y la describió como un “grand slam”, en conversaciones entre 2022 y 2023 con un agente del FBI encubierto, que se hizo pasar como enviado de los cubanos. Los encuentros ocurrieron en una iglesia y una zona de comidas al aire libre en el centro de Miami.